LA ASTUCIA DEL CABRITO
M.G.G.B.
Había una vez un cabrito,
que del rebaño se escapó.
Y luego de caminar un rato,
un lobo feroz lo alcanzó.
Para no morir sin honor
al lobo feroz le rogó
que tocara la flauta
para que ella bailara.
Los perros no estaban muy lejos,
oyeron la música y al zorro persiguieron
y quizás un poco lo mordieron,
mientras el cabrito y su rebaño rieron.
EL LEÓN Y EL RATÓN
N.R.T.
Estaba durmiendo el feroz león,
mientras que jugueteaba un pequeño ratón.
El rey de la jungla despertó
y rápidamente lo atrapó.
El ratón que lo liberase le rogó,
le prometió que el también lo salvaría,
el león a reír se echó
porque pensó que eso nunca pasaría.
Pero unos cazadores lo apresaron
y lo ataron con una cuerda a un árbol.
El ratón la cuerda royó
y al rey de la selva liberó.
El ratón a mano a mano quedó
con el feroz león,
y este por fin entendió,
que el ratoncito en algo lo ayudó.
EL LEÓN BARRIGÓN Y EL RATÓN
H.P.D.
Dormía un león muy dormilón.
Pasaba un ratón muy juguetón
que empezó a jugar en su enorme barriga
y entonces se despertó de su sueño el león.
Rogaba el ratón para no ser comido
por el león muy barrigón.
El león lo dejó, pero a cambio de un favor:
Prometió pagarle cumplidamente, el ratón.
Riéndose el león lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores
que parecían malhechores
apresaron al feroz animal.
El ratón escuchó las quejas del fortachón
y rápidamente lo rescató.
El león le agradeció
porque el ratón lo salvó.
H.P.D.
Dormía un león muy dormilón.
Pasaba un ratón muy juguetón
que empezó a jugar en su enorme barriga
y entonces se despertó de su sueño el león.
Rogaba el ratón para no ser comido
por el león muy barrigón.
El león lo dejó, pero a cambio de un favor:
Prometió pagarle cumplidamente, el ratón.
Riéndose el león lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores
que parecían malhechores
apresaron al feroz animal.
El ratón escuchó las quejas del fortachón
y rápidamente lo rescató.
El león le agradeció
porque el ratón lo salvó.
LA NIÑA DEL LIBRO
M.M.
Los indios contaban historias
alrededor del fuego
y todos reían
de los disparates que oían.
Una niña memorizaba
y dibujaba cada historia,
y cuando a los niños se las contaba,
mucho, mucho, les gustaba.
Un día de abril aquella niña murió
y un zapatero guardó,
entre pieles de venado,
los cuentos que ella dibujó.
Así, la primera biblioteca
y el primer libro nacieron.
Y en abril a la niña recordaron
cuando sus historias leyeron.

M.M.
Los indios contaban historias
alrededor del fuego
y todos reían
de los disparates que oían.
Una niña memorizaba
y dibujaba cada historia,
y cuando a los niños se las contaba,
mucho, mucho, les gustaba.
Un día de abril aquella niña murió
y un zapatero guardó,
entre pieles de venado,
los cuentos que ella dibujó.
Así, la primera biblioteca
y el primer libro nacieron.
Y en abril a la niña recordaron
cuando sus historias leyeron.
ROMANCE INESPERADO
I.M.V.
El rey de la laguna
organizó una gran fiesta.
Fueron varios los invitados
por la mujer estrella.
Para sorprenderlos,
a Pedro Urdemales invitó
y con sus yeguas voladoras,
un espectáculo brindó.
Al salir todo genial,
Contrató a Juan Pereza,
el le agradeció a la mujer estrella
dándole un perfume
y una canasta de fresas.
¡Qué bien huelen!, dijo ella
ante semejante regalo,
y aprovechando el elogio
le ofreció casarse con ella.
I.M.V.
El rey de la laguna
organizó una gran fiesta.
Fueron varios los invitados
por la mujer estrella.
Para sorprenderlos,
a Pedro Urdemales invitó
y con sus yeguas voladoras,
un espectáculo brindó.
Al salir todo genial,
Contrató a Juan Pereza,
el le agradeció a la mujer estrella
dándole un perfume
y una canasta de fresas.
¡Qué bien huelen!, dijo ella
ante semejante regalo,
y aprovechando el elogio
le ofreció casarse con ella.

UN ENCUENTRO BIEN EXTRAÑO
J.L.
El gigante de piedra
y la mujer estrella
al pasado querían volar
para ver a San Martín
y con él charlar.
¡Pispeemos el pasado!,
insistía la mujer
mientras el gigante de piedra
a las yeguas preparaba
y el pasado se les acercaba.
Volando ya estaban
y contentos se encontraban
pero una fiesta en el cielo
a los dos atrapó
y el gigante se enojó.
Con mucha prisa llegaron
y con San Martín se encontraron.
Con él charlaron
y después de un rato,
con la espada jugaron.
J.L.
El gigante de piedra
y la mujer estrella
al pasado querían volar
para ver a San Martín
y con él charlar.
¡Pispeemos el pasado!,
insistía la mujer
mientras el gigante de piedra
a las yeguas preparaba
y el pasado se les acercaba.
Volando ya estaban
y contentos se encontraban
pero una fiesta en el cielo
a los dos atrapó
y el gigante se enojó.
Con mucha prisa llegaron
y con San Martín se encontraron.
Con él charlaron
y después de un rato,
con la espada jugaron.
FIESTA EN EL CIELO
V.L.d.C.
Amigos iban volando,
a una fiesta en el cielo.
Juan, Pedro y sus yeguas voladoras
miraban llover buñuelos.
Bajo esa lluvia estaba
la hermosa mujer estrella
que en peligro se encontraba
bajo la luna llena.
Juan, el perezoso, dijo:
-No cuenten conmigo.
Pero pronto se dio cuenta
de que debía ayudar a sus amigos.
De la mujer estrella
Pedro estaba enamorado,
y a ella quería salvarla
para poder enamorarla.
Con sus yeguas salió volando
y la rescató rápidamente.
Asombrado por su encanto
de ella se enamoró perdidamente.
V.L.d.C.
Amigos iban volando,
a una fiesta en el cielo.
Juan, Pedro y sus yeguas voladoras
miraban llover buñuelos.
Bajo esa lluvia estaba
la hermosa mujer estrella
que en peligro se encontraba
bajo la luna llena.
Juan, el perezoso, dijo:
-No cuenten conmigo.
Pero pronto se dio cuenta
de que debía ayudar a sus amigos.
De la mujer estrella
Pedro estaba enamorado,
y a ella quería salvarla
para poder enamorarla.
Con sus yeguas salió volando
y la rescató rápidamente.
Asombrado por su encanto
de ella se enamoró perdidamente.

UN REGALO FRUSTRADO
C.C.
Juan Pereza tenía
que meter en un zapato,
el canto de un carancho
para hacer un regalo.
Si no lo hacía, no volvería
a ver la cara de su amada,
tan bella como una hada.
Juan le pidió ayuda
a un gigante de piedra,
pero a éste el carancho
le provocaba alergia.
Pereza decidió ocuparse él solo,
pero de pájaro se equivocó,
y en lugar de su canto,
le robó su perfume.
C.C.
Juan Pereza tenía
que meter en un zapato,
el canto de un carancho
para hacer un regalo.
Si no lo hacía, no volvería
a ver la cara de su amada,
tan bella como una hada.
Juan le pidió ayuda
a un gigante de piedra,
pero a éste el carancho
le provocaba alergia.
Pereza decidió ocuparse él solo,
pero de pájaro se equivocó,
y en lugar de su canto,
le robó su perfume.